
Aquel otoño.
Leer es compartir, vivir, sentir, maravillarse y decepcionarse por el mundo, encontrar la manera de sentirnos bien y fijar nuestra mirada en un destino. Lo cierto es que la lectura nos ofrece todo lo que podamos imaginar y lo que no Hoy comenzamos con una serie de cuentos cortos, escritos por Sergio Daniel Generali, a quien agradecemos enormemente el aporte. A Sergio muchas gracias!!!
18/03/2023 Sergio Daniel Generali.
El mundo cambiaba a pasos agigantados y nosotros con él, y en él.
La eterna variable de las estaciones había impuesto un otoño permanente sobre todos nosotros
Los pantalones cortos, con tiradores, cayéndose siempre de los hombros, se sentían cada vez más ridículos y menos confortables, por una sencilla razón, disminuían nuestra hombría incipiente:
...- Pero cállate querés, si todavía usas pantalones cortos.- Era una frase que muchas veces oímos de labios de nuestras madres y en esos años también de aquellas muchachas a las que admirábamos y pretendíamos deslumbrar.
La voz también nos jugaba malas pasadas, aflautándose de manera caprichosa cuando mas la necesitábamos para que aquella que era el centro de nuestros desvelos, nos pudiese oír de manera elegante.
Ellas, nuestras compañeras de juegos, se habían vuelto lindas, radiantes e inexplicablemente nos avergonzaba su presencia y si hasta entonces se mostraban colaboradoras y participativas con los juegos grupales, de pronto y sin haberlas ofendido, ya no se escondían a nuestro lado, caminaban encorvadas y cuchicheaban entre ellas sin darnos arte ni parte en sus asuntos.
- "Salí de acá, esto es cosa de señoritas. Era la respuesta que comenzaba a hacerse oír mientras levantaban la barbilla y se alejaban orondas y desafiantes.
Mientras la efervescencia de cambios adolescentes crecía y crecía, en el barrio, la gente andaba preocupada, los mayores miraban para todos lados de manera desconfiada y nunca dejaban de repetir hasta el cansancio:
"- Tené cuidado nene, no hables con nadie y no te entretengas al regresar. O también: "-No te vuelvas sin tu hermana, esperá que yo o tu tía iremos a esperarlos a la salida".
"-No hablen con nadie, no entren a ninguna casa, rapidito para acá..."
Era como si una tela de araña, mágica y tenebrosa nos fuese envolviendo y apartando, marcando distancias y señalando diferencias y sospechas
Comunismo, capitalismo y que se yo cuantos "ismos" más.
Que terminó la guerra de Vietnam y los yanquis tuvieron su merecido
No entendíamos bien que significaba aquello, ya que para los gurises de la barra la palabra guerra solo definía dos juegos, uno con la baraja española y otro con las armas de palo que nosotros mismos construíamos.
Lejos estábamos de aquilatar el verdadero peso de la muerte en la guerra "en de veras", ya que en nuestras batallas, los muertos revivían, cambiaban de bando y se retiraban olímpicamente de la batalla si el olfato anunciaba la cocoa o el matecocido con leche, acompañado de tortas fritas.
"-¡Está pronta la merienda, adentro!" o "-Vamos ya, entren que se está haciendo de noche". Las voces de mamá o de tía Nilsa Segovia que demandaban nuestra presencia
La merienda era para todos, el peaje era lavarse bien las manos y tener modales en la mesa. Recuerdo mesas con diez o doce gurises compartiendo espontáneamente y a las risas.
Así como el otoño volteaba las hojas de los árboles, las adolescencia volteaba los felices momentos de la niñez trayendo incomodidades pueriles de una adolescencia feroz y despiadada con su acné sus cambios de humor, la voz aflautada, las burlas y distancias.
De repente como en el mundo pero sin percatarnos, se formaron dos grupos de intereses antagónicos y sin embargo atraídos uno por el otro, con ojos y sentimientos nada más que para el grupo de enfrente: ellas y ellos, manteniendo distancias y queriendo acercarse, extasiados en las nuevas apariencias.
La temible edad del pavo estaba instalada y se quedaría por un buen tiempo aún sin que atináramos a poder controlarla.
Las tardecitas de vereda también cambiaron para los adultos de la cuadra. Las rondas de mate de jardín a jardín y los aperitivos disfrutando la camaradería del vecindario disminuyeron en idéntica proporción al aumento de la efervescencia social que se palpaba en el aire y en las charlas sin sonrisas y entre dientes.
Era como si el otoño se hubiese instalado de enero a enero.
Entre los sinsentidos repentinos, andaba la "Loca María" barre que te barre las hojas resecas, quebradizas y marrones con su escoba de chilca y nada ni nadie pudiese hacerle ver que era una tarea inútil ni que entendiese que debía frenar aquella manía de barrer y barrer hojas secas que ya no estaban ahí...
- "Yo limpio como limpiamos los orientales- decía- usted no entiende porque es gringa, señora. Y continuaba su viaje de esquina a esquina una y otra vez. Encasquetado hasta las orejas su gorro de lana, mientras hacía flamear su amplia pollera de organza dejando ver debajo sus flacas piernas cubiertas con vaqueros fart west, remangados hasta arriba de los tobillos.
Nada tenía sentido ni razón comprensible para nosotros.
Los mayores se miraban raro, como desconfiando...
-"¿Te enteraste que el de la esquina es tupa?
- No. No me digas. ¡En serio?
¡CO- MU- NIS- TA! Así como lo oís. Te lo digo yo, con razón no iba a misa los domingos
-Pobre madre, que vergüenza...!
La vivencia principal y que hasta ayer mismo daba esencia a la vida en la barriada pasó a ser casi una mala palabra: camaradería.
De ser camaradas, compadres y comadres que compartían tanto buenos como malos momentos todos pasaron a actuar como seres recelosos, desconfiados y distantes.
Un otoño despiadado se había instalado en el corazón de cada uno
De pronto y sin razón fundamentada todo era...
"-No, somos solo conocidos, es un buen vecino pero de poco trato... Y bajando la voz agregaba como para si mismo: -Un soplón muy miliquero el tipo"
- Ah no -decia doña Dencia- ¿la Teresa?, ¿Amiga mía? No, para nada esa nunca fue mi amiga, vecina y de lejitos nomás -aunque todos supiesen que la aludida era madrina de bautismo de dos de dos de sus cinco hijos.
Así de la noche a la mañana vi que cerraron el club del partido colorado, en cual militaba mi abuela; y a los fondos de casa, clausuraron y tapiaron el puerta y las ventanas del sindicato de UTE . Clausurado
-¡"Ni piensen en ir a meterse a explorar o jugar ahí!" Fue la sentencia inapelable de mamá cuando lo supo; previendo que saltaríamos el muro lindero y que iríamos a meternos en aquella "boca de lobo"
Eran días ajetreados y aun así disfrutábamos de ir al liceo.
Descubrimos el primer amor, recogimos la primera decepción al ver a la chica de nuestros sueños caminado de la mano de alguien que ni siquiera era del barrio
La libertad era una quimera lejana de la que estaba prohibido hablar. Todo estaba allí, en aquella frontera escurridiza llamada futuro.
Y fue pasando la vida, aquel otoño fue particularmente frío y ventoso, barría el verde de las hojas de los árboles dando a cada cosa un tono marrón lúgubre y ceniciento, como queriendo anunciar que vendría un invierno voraz hambriento de ilusiones que además de llevarse las hojas se llevaría vidas muy preciosas y que nunca más, nada sería igual a como era.
... Para bien o para mal aquel otoño largo y frío se llevó mucho más que hojas y sueños, ya vendrían estaciones mejores y más floridas pero eso es tema de otra historia.